EL HOMBRE DE HIERRO, OTRA OBRA MAESTRA DE ANDRZEJ WAJDA - 22/09/2020
Unos días atrás, cuando me enteré de la necesaria creación de un sindicato independiente español al que han llamado Solidaridad, no tuve más remedio volver a esos años ochenta del siglo pasado cuando los obreros polacos de los astilleros de Gdansk lideraron, con sus huelgas y su firme actitud ante la dictadura comunista, el cambio que iba a derribar, definitivamente, el Telón de Acero. Volver la mirada hacia aquellos tiempos hizo inevitable el deseo de volver a ver aquellas películas del cineasta polaco más grande de todos los tiempos, Andrzej Wajda, esas que me pusieron en contacto directo con lo que ocurría en Polonia: El Hombre de Hierro y El Director de Orquesta. Comentaremos, por supuesto, sobre la primera, que es la que está relacionada, directamente, con los acontecimientos en Gdansk.
Algunos ven esta película como una continuación del El Hombre de Mármol, que narra la historia del padre del protagonista de esta y que murió asesinado por la policía en las huelgas de 1970. En cierto modo lo es, puesto que hay personajes comunes en ambas cintas: el hijo del obrero, víctima de la represión, Maciek Tomczyk, y la cineasta que quiso contar su vida y que gracias a ello conoció a su hijo con el que, posteriormente, se casó, Agnieszka; yo, sin embargo, no lo veo así, sobre todo porque el enfoque que Wajda da a esta continuación de la historia de esta pareja -y a la aparición de un tercer personaje, Winkel, el periodista pagado por al aparato del sistema para que ayude a desmontar, con lo que ahora llamaríamos fake-news, el movimiento sindical independiente que lidera un personaje que sí es real, Lech Walesa-, tiene una estructura y un ritmo más pensado en hacer meditar al espectador sobre lo que está viendo que en contar una historia que enganche. Lo que prioriza Wajda es la introspección, la empatía del espectador con una realidad dura en la que no sólo intervienen las más altas instancias de Partido sino la nada oculta influencia de la entonces poderosa Unión Soviética, la intención de relatar de la forma más fiel los acontecimientos que cambiaron, para mejor, la vida de los polacos. Es como un documental de ficción en que las escenas creadas tienen tanto peso como las filmadas, directamente, de la convulsa realidad.
Winkel, el periodista asustado que ya había estado involucrado en el seguimiento de las huelgas que terminaron con la vida del padre de Maciek, es el hilo conductor que rescatará los detalles de la historia familiar y nos revelará la decisión de Maciek de abandonar sus estudios universitarios para convertirse en un obrero y continuar la reivindicadora obra de su progenitor. La forzada investigación de Winkel nos ayuda a ver los mecanismos que utilizan lo que ahora llamaríamos “cloacas del estado” para boicotear el emergente movimiento sindicalista. Lo que ocurre es que Winkel, a pesar de ser un cobarde, no es totalmente un corrupto y poco a poco va sintiendo como justas las demandas de los obreros del astillero Lenin (¡que otro nombre podría ser más adecuado en aquellos tiempos!) de Gdansk, los verdaderos “hombres de hierro” de Walesa. La forma en que se produce la transformación de Winkel es lo que da relevancia a la cinta, al menos para mí, que he vivido bajo un régimen comunista, en una obra de culto y una de las muchas cintas que, gracias a Amazon, ya forma parte de mi videoteca privada.
Breve recuento de la situación histórica en la que se enmarca la cinta
La lucha entre lo que después se convertiría en Solidaridad contra el gobierno dictatorial polaco trascurre en los años ochenta y termina, en la película, con la firma de un acuerdo entre ambas partes, el 22 de Setiembre de 1980 (hoy se cumplen 40 años), en las que los primeros admiten la creación de un sindicato independiente del POUP (Partido Obrero Unificado Polaco). El gobierno durante todo este período fue sucesivamente renovado hasta terminar con un buen títere soviético, el general Jaruzelski, al mando tanto del gobierno como del partido, cosa que no tenía precedentes hasta el momento. Como era de esperar el acuerdo fue incumplido parcialmente por el gobierno reclamando la sumisión de Solidaridad al POUP. Los de Walesa reclamaron ante el Tribunal Superior de Varsovia, y ganaron, pero eso no fue suficiente y la tensión política fue aumentando y, como era de esperar, estaba por medio la amenaza de una invasión soviética con los precedentes ya conocidos de Hungría y Checoslovaquia. Solidaridad, con el apoyo –y es importante decirlo- de la iglesia y la mayor parte de la población fueron dejando al gobierno sin opciones hasta que, al final, optó porque las fuerzas armadas asumieran el poder y se declarara el estado de guerra para intentar garantizar el orden que a ellos convenía. Eso fue, sin embargo, comienzo de su fin.
El Hombre de Hierro es una buena lección sobre cómo hay que enfrentarse al totalitarismo.
P.D.: Premios y reconocimientos:
1981: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa.
1981: Cannes: Palma de Oro, Premio del Jurado Ecuménico.
1981: Premios César: Nominada a Mejor película extranjera.
1981: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a Mejor película extranjera.
Y aquí tenéis, vía YouTube, el tráiler de este gran film del inolvidable Andrzej Wajda:
Una pena que no haya encontrado un versión con subtítulos en español, pero creo que, a pesar de eso, aún para aquellos que no dominen el inglés, el mensaje queda claro.